martes, 9 de junio de 2009

SANTO DOMINGO DE POESÍA

ELEAZAR RIVERA



Eleazar Rivera (Santo Domingo, San Vicente, 20 de Agosto de 1976). Se graduó como Profesor de literatura y Licenciado en Letras en la Universidad de El Salvador. Fue miembro del Taller de Letras “Talega”. Ha obtenido diversos reconocimientos, entre los que destacan: Premio Centroamericano de poesía Pablo Neruda, Premio María Escalón de Núñez, Primer Lugar en los Juegos florales de Sonsonate y Santa Ana, entre otros. Su obra ha sido publicada en diversas revistas y periódicos de El Salvador y Centroamérica. Ha sido incluido en las Antologías poéticas: Juego Infinito y 500 Años de prosa y verso (Sao Paulo, Brasil). Ha publicado dos libros de poesía: Escombros y Crepitaciones. Con su tercer libro, Ciudad del Contrahombre, obtuvo en enero de 2007 el 2° Premio de Poesía Joven La Garúa.

REQUIEM

a Roberto Armijo

¿Qué somos hermano cuando la guadaña
corta la flor de nuestro aliento?

¿Hacia dónde nos llevará el enemigo?

¿Qué luz sangrará nuestro sendero?

¿Peregrinaremos nuestro amor a la poesía?

¿Seguiremos aferrados al poema?

¿Respiraremos ese oxígeno no dañino al alma?

II

Tu canto es el sollozo de un gorrión herido
Bajo la sombra de la torre Eiffel
Jardinero de la metáfora
Ingeniero del soneto
Heredero de Gavidia

Tus palabras son efluvios proverbiales
del pastor que se equivocó al encender las lámparas
en los parajes de luna y sangre


III

Vuelves a la vida en el frío de los pinares
en el profético pentagrama de los pajarillos
en el azul profundo del sombrero
en el tazo de la chiltota
en los guijarros que desafían a Lempa y al Sumpul

Vuelves a Chalate –tierra cuna de infancia-
para ve la gavilla de luces que enciende la noche
y vivir eternamente en la poesía

ESCOMBROS

Tengo en el alma
una grieta
llena de preguntas
lágrimas y sueños

Ayer
fui al pasado
y qué extraño
ver que crecí
en tierra ajena
iluminando noches
con luz de candil
bajo otro cielo
entre gente extraña

Ayer
evoqué mis años rotos
y lloré
al repasar la lista
de juguetes
que nunca tuve
y me senté a llorar
este puñado de letra
sin rostro
llenas de vida

escombros
que nada ni nadie
podrá barrerme del corazón
y de la memoria

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