sábado, 6 de diciembre de 2008

JUAN BENAVENTE Y BOULEVARD QUILCA

PRESENTAN: Viernes Literarios

VL (LIMA, XVIII - I - MCMXCI) DICIEMBRE 2008



VIERNES 5

RAÚL SOLÍS (Poesía) Nro. 738

FRANK TURLIS (Poesía)

WILVER MORENO (Poesía)


VIERNES 12

CÉSAR ÁVALOS (Poesía) Nro. 739

ANTONIA GUTARRA SINCHITULLO (Poesía

NIKO VELITA (Poesía)


VIERNES 19

MALENA CARO BARZOLA Nro. 740

LEONARDO DOLORES, JUAN BENAVENTE y GLADYS FLORES

Presentarán la Revista de Escritura Creativa de la UPG de la UNMSM:

TELÚRICA Y MAGNÉTICA

VIERNES 26

JORGE PAREDES (Poesía) Nro .741

SALOMÓN VALDERRAMA (Poesía)

ÓSCAR CALDERÓN (Poesía)


AUDITORIO DEL CENTRO CULTURAL “EL AVERNO”Jr.

Quilca Nro. 238 Lima – Perú
HORA: De 7 a 9 p.m.
- INGRESO LIBRE -
http://viernesliterarios.blogspot.com
viernesliterarios@hotmail.com
Telf.: 995280789

SÓLO LA CULTURA SALVARÁ AL HOMBRE

¡NO AL CIERRA DE LA BIBLIOTECA NACIONAL!

MINISTERIO DE CULTURA ¡AHORA O DEMAGOGIA!

jueves, 4 de diciembre de 2008

EL MAESTRO NESTOR MELANI OROZCO



NÉSTOR MELANI OROZCO.

Pintor, escritor y Dramaturgo. Su espacio cultural ha recorrido los ámbitos de la patria y su lucha por la identidad y el patrimonio de su pueblo ha sido su pensamiento ferviente. Tiene en su haber más de treinta libros. Sesenta obras teatrales y un hecho mayor como Artista Plástico. Laboró en la misión de profesor de arte del Liceo Militar Jáuregui durante más de treinta años. Viajo por Europa en Plan de Estudios. Es miembro Cronista de Academia de Historia del Táchira y del Norte de Santander en Colombia. Honorario de la Sociedad Bolivariana de New York.
Nos muestra en breves apuntes la visión de la Primera propuesta de una escuela de arte en Venezuela. Con el ideal de los Colonizadores y la esencia sublime de nuestros originarios. Para la realidad del arte tachirense.

EL VIOLÍN DEL SEMINARIO DE LA GRITA - NESTOR MELANI OROZCO

El patio grande del Claustro mayor, a un costado la vieja capilla al Corazón de María y entre montañas que poseían el color de las esmeraldas estaba el Seminario Kermarie. La Grita muy abajo después del topón, entre nieblas y angustias de aquellos años envueltos de tantas esperanzas. Las voces cantaron en armónicas presencias y los delirios que dejaba en la distancia el sonido del río embebieron de encantos aquel lugar supremo. Las ventanas con ojivas como arrancadas a las presencias del mismo arte gótico, dejaban divisar las nostalgias del azul del cielo, los seminaristas cantaron el ángelus y la vieja campana hizo sus armónicas invocaciones al atardecer. En uno de sus pasillos el viejo sacerdote caminó en silencio mientras los otros se marcharon con sus alumnos a la sala del comedor. Una virgen de mármol presencio las imágenes y el viejo Director aun demostrando el color tenue y rojizo de sus cabellos entre canos se oculto en los pasadizos que conducían a los sótanos bajo la luz fresca de las lámparas. La última pincelada del sol en su arrebol despunto la tarde y violetas y azules profundos crearon armonías mágicas al entorno del lugar.
Entonces las manos del clérigo abrieron la caja de hierro en el escondite, un frío halito del tiempo cobijo con sus aromas el salón de los secretos, mientras algunas cajas y baúles permanecieron dormidos. El padre recogió en sus manos aquellas formas y esencias de la caja musical. La miro con mucha devoción y tomándole con amor de músico emprendió una sonata, mientras los acordes del silencio idealizaron aquel pequeño concierto en el vientre dormido del claustro. Quizás: Verdi, Berlioz y el mismo Chopin se devolvieron de los templos de la vieja Europa para asentar diminutos espacios a los sonidos de un acorde de Dios hecho de madera, de roble y arrancado a los tiempos del mármol como si Moisés retornara de los desiertos Egipcios para contemplar el sonido que hace el viento cuando estremece las palmas del desierto y choca como un gigante hambriento en las tumbas piramidales de Ramses, el faraón o se detiene en la cripta de Abraham para comunicarse con los mensajeros divinos. O el grito de los gitanos pronunciaran entre sonidos de violines; algún pechicato en las distancias del sueño. Este acto lo encarnó aquella noche el violín, el mismo guardado en la caja de metal que sirvió en la Primera Guerra mundial y un sacerdote tan francés originario de Lyón donde Napoleón abrazó los encantos de la Venus de Milo y dejo ver salir el aroma de Josefina entre cortesanos y legionarios galos. Allí estaba el padre Jean Baptista Cabaret, con alma de artista, con dolor del coronel emprendiendo los designios de la guerra y con fe a un Dios hecho cristo de la sangre de los pueblos.
Mientras el Violín nacido de las manos de Antonello Stradivari se había venido en el tesoro que depósito el clérigo en aquel vientre viejo del Seminario Eudista de La Grita de los años de 1933.
La sonata devolvió mil delirios y los panes del sagrario se tornaron en sacrosantos pensamientos mientras en el torreón de los secretos se dejo un eco guardado, como pureza de todas las almas.
Muchas noches se hicieron sagradas en el refugio de aquel sótano, con notas melodiosas arrancadas a la perennidad de la música. Y el Violín de Stradivari era el alivio de las distantes encrucijadas de aquel pensador, como desvelos compuestos por las palabras y por los misterios junto a la voz de las noches y frente al aroma que dejaba la montaña después de cada jornada y de las oraciones.
Los años pasaron, se volvieron muy lejos, los viejos ancianos que laboraron en el Seminario miraron con mucho respeto cada secreto, desde el piano, los libros, el altar de la capilla que pintó el pintor del pueblo, hasta el esqueleto de un soldado viejo. Pero en el fondo de aquel monumento arquitectónico se quedó en su amor el único violín que vino junto al soldado de la guerra, el mismo sacerdote y quedándose en aquella caja de incógnitas se marcó una lágrima y una gota de sangre.
Entonces en el silencio de nuestra Grita, los tiempos cambiaron y un día tal vez después de la primavera, después de los calurosos agostos de 1981, como anunciando el otoño unas manos ignorantes y malditas destrozaron aquella abadía de ilustraciones. Donde existieron libros, esencias de la Teología, ámbitos de Filósofos y voluntades de maestros. Destrozaron sin dolor el viejo Seminario de los Franceses y en lo profundo de su vientre, allá en el sótano junto al tesoro de la guerra Europea también quedó sepultado el cuarto Violín que Antonelo Stradivari había creado en la Cremona de Italia del año 1735. Y por circunstancias formó parte del tesoro que el Francés trajo en sus valijas a La Grita cuando lleno de pasiones construyó el Seminario Kermaria. Entonces el tiempo marcó los siglos y la misma tierra un día después de las voces un dios devolverá con sus reclamos la pureza del legado que borraron por tanta inconciencia.
El reloj marcará con sus péndulos los recuerdos y hojas de los árboles volaran en los sonidos del silencio de un violín consagrado a la inocencia…
Mientras los niños en su pureza preguntaran para saber que existió en aquel lugar.
Por es hojas están volando por tantos años. Y el violín se guarda en silencio…

miércoles, 3 de diciembre de 2008

HOMENAJE A LOS AMIGOS POETAS

II Encuentro de Escritores "Vuelven los Comuneros" 2008 - Bucaramanga

POEMA DEL AMIGO ADOLFO ARIZA (BARRANQUILLA, 2008)

Al lado de los poetas Fabio Ortiz y Adolfo Ariza, en Caza de Poesía, allá en la bella Barranquilla.




Nos dice Adolfo Ariza

En sus manos, apreciados amigos, un poema para joder a Juan, inspirado en la tranhumancia de Juan Carlos Pomponio, el colega argentino. Quiza el poema establece una forma de tomar partido. Sedenterismo o transhumancia. A la primera pueden pertenecer Denis Miguel Vega, Jota C. Medina o Federico Santodomingo. En el otro bando: El che, Juan, Winston Morales Chavarro, Mario Encalada, Carlos Valle, en fin... Espero les guste. Una abrazo común. Adolfo Ariza.



A los odiados caminantes
(Poema para poner a pensar a Juan)

A ustedes, que son de las peores cosas que nos pueden suceder en la vida.
A ustedes, seres maleables, que están hechos de ese raro metal con que lucen fabricadas las más duras despedidas.
A ustedes, que llevan en la mochila una preparada sonrisa, un estandarte de colonizador que siembran en sus esperadas conquistas.
A ustedes, seres cínicos, precavidos y egoístas. Dueños de una gran mentira:
“Estamos hechos para el adiós”, dicen, pero no reparan en las heridas vivas de los que dejan, en el albur de sus agudas aristas.
Nosotros, los sedentarios, los habitantes de la aldea, somos esa huella que se queda, esa tristeza inmerecida.
Nosotros, que los miramos quisquillosos, ingenuos, desconfiados; odiamos el maldito abrazo de la partida.
Nosotros, los cobardes, a los que medio kilómetro de distancia nos suena a lejanía, odiamos el gesto.
Nos gusta tratar con la gente que se atreve, de frente, no que nos muestren la línea de sus curvadas espaldas, sus sinuosas y escurridas nalgas.
Ustedes no entienden.
¿Qué van a entender?
Ustedes pertenecen a la estirpe de Esaú, de Ulises, de Moisés; tienen aburrido el talón, ligero el pie.
Son propietarios de paradas abreviadas, de voluntarios éxodos y volátiles Itacas.
Ustedes son hijos de la rueda. Nosotros somos descendientes del árbol. Esa ceiba gigantesca que les obstruye el camino.
A ustedes les colabora el viento. A nosotros nos gobierna el verano, nos derrota el hacha.
Somos la flor que el caminante recoge y lleno de angustia le pregunta por sus amores.
Que el dios del cultivo, de la siega y la llegada me evite a cualquiera de los suyos. Que nunca, nadie más, vuelva a tocar a mi puerta.
Se los digo desde ahora, ninguno de ustedes tendrá jamás los granos de mi trigo, el agua de mis labios, la sombra de mi casa.
Aborrezco de una dolorosa y flaca amistad, de una cordialidad cicatera y efímera.
Por la misma razón no digiero menudencias, corazones hervidos, chinchurrias o hígado frito.
Yo os condeno a sus amistades livianas, a sus amores de paso, a sus cuerpos contusos y maltrechos, destrozados por el camino; dispuestos para el reposo en un incómodo jergón, en una abominable cama.
Una noche se cansarán de verdad. No lo duden. Un día pensaran en regresar a la primera despedida, y probablemente nadie los espere en casa.
¿Qué harán?
¿Tendrán el vigor suficiente para extraer de sus mochilas el valor para quedarse?
¿Esa casa pequeña y blanqueada que encontrarán deshabitada será bastante?
¿Y qué me dicen de la mirada vieja y desgastada del hermano?
¿De la estropeada salud de los padres?
¿Del corazón de los amantes?
En honor a la verdad, ¿se quedarán entonces?
Ustedes, cuya cama es la faz dura de la tierra. Cuyo techo son los destruidos firmamentos, como diría Lawrence. Y en cuya ambición no está contemplada la ilusión del regreso
Ustedes, hijos de mala leche, están condenados al dolor y al guayabo que nos condenan sus imprevistas ausencias:
a seguir para siempre, que es lo mismo que llegar y regresarse;
a sembrar olvidos que es lo mismo que recordarse eternamente.
Ustedes volverán a mí.
Ustedes me lanzarán señales de humo –tal como prometieron-.
Ustedes me enviarán mensajes por internet.
Ustedes me llamarán a gritos.
Temo decirles, odiados trashumantes, que ya nunca más escucharé.
Vosotros rompieron las ataduras de sus gentes, Vencieron a Isaac Newton, copiaron a Charles Darwin.
No envejecen tan rápido como nosotros.
Gozan de un tiempo distinto. Infinito.
Ustedes, ya perdieron la ruta de sus intrincados caminos.
Ignoran que están aquí para quedarse.


Barranquilla, diciembre 2 de 2008.

lunes, 1 de diciembre de 2008

CONTEMPLACION DE UNA NO MENTE



Un pájaro desconocido canta con tanta belleza que detiene al tiempo entre las hojas del aguacate. Una hoja cae lentamente, ha completado el círculo y regresa a la tierra para recomenzar. En el patio de Wilfredo llega una canción de Roger Waters. Los pájaros cantan tan apasionados que la vida ingresa en otra dimensión, los duendes traen silencios de la tarde y las flores sonríen.
Mi paso fugaz por la tierra será apenas nada, algunas letras dispersas que, el tiempo se encargará de agruparlas para que viajen hacia otros destinos de otras épocas y visiones de otros seres que vivirán en otros presentes y leerán cada letra en el futuro de verme desde el pasado que a su vez también será presente. La relatividad del tiempo.
El viento murmura despertando a las hojas, me trae el aroma del mar, imagino barcos que pasan atravesando el patio, sirenas desnudas que brillan encendidas como antorchas celestiales. Todo es posible en el mundo de la tinta. Se generan universos que portan el mensaje de las células y la Realidad se expande hacia otros universos.
¿Cuál es el sentido de la existencia? Veo un mundo hueco donde abunda la realidad de mentes mediocres, embotadas en una vorágine materialista de vidas que lindan la tragedia cotidiana de un tedio insoportable donde lo único que parece importarnos es lo superficial. El grito desgarrador de uno que pide ayuda para salirse del círculo, es el grito de otros tantos millones que viven en la misma situación de asfixia. La vida se esfuma hacia una lenta agonía en una fugacidad de apenas setenta u ochenta años de existencia, desperdiciados en un millar de pensamientos que nos conducen a la desesperación.
El dolor de uno es el dolor de todos, viviendo en una desconexión total de lo que es real. Y tenemos millones de mundos entrechocados que pugnan por obtener el dominio de otros que son sometidos al abandono de una raza cruel. Está llegando el tiempo de comenzar a VER y darnos cuenta sobre la cuestión central de la vida para que cada uno encuentre el rumbo original de la existencia y así emerger del automatismo colectivo de mentes alienadas por otras mentes que se creen superiores al imponer sus pensamientos con afán de control y sumisión de aquellos hombres máquinas que sólo responden ante un leve estímulo del líder de turno.
¿A quién le importa la actividad contemplativa de un hombre que “no piensa”? El movimiento de la no mente se produce desde el lugar al cual el común de la gente no tiene acceso porque es mucho más fácil moverse desde un cerebro condicionado, acurrucarse en una idea y actuar desde un plano de limitación mental. El tiempo del hombre que se quitará las vendas sociales para desempeñarse por sí mismo y ser Real ante lo auténtico, está comenzando a llegar.
Aquellos que logren vaciar la mente de los contaminantes sociales, se quedarán atónitos cuando logren ver lo que descubrirán por sí mismos, se darán cuenta de lo dormido que estaba y recobrarán la vida en una visión pura e incontaminada. Abandonarán las viejas estructuras mentales para dar paso a una mente nueva. Surgirá un cerebro puro que no contendrá trazos de nada. No será una mente católica, judía, hindú, comunista, o musulmana. Será una MENTE HUMANA, producto del amor. Funcionará libremente con la idea de ser y compartir con todos aquellos que están dispuestos a afrontar una nueva forma de ver, a sentir la pureza del verdadero hombre revolucionario, funcionando desde la inteligencia real de actuar y hacer el bien a todos los demás porque comprende la conciencia de que todos somos parte de un Todo, células de una misma realidad que conforman el género humano.
Una sociedad que arremete contra sí misma es como un cáncer que devora todo a su paso. El hombre en una guerra es una célula cancerosa que ataca sin piedad a otro de su misma especie, propagándose a regiones vecinas, desparramando el odio sobre otras naciones olvidándose de la esencia original de todos los tiempos. La humanidad es el cuerpo que vive en el universo y cada uno tiene que darse cuenta para tener la libertad de elegir ser bueno para no contaminar a sus componentes. La tierra está padeciendo una severa enfermedad llamada: seres humanos.
En nosotros reside la solución. Cada uno tiene las herramientas necesarias para trabajar hacia todos los corazones del ser humano. Estamos comprometidos ante una realidad social que esta a la vista de todos aquellos que quieren ver lo real de la cuestión. El resto seguirá sumergido en el sueño colectivo de no saber lo que hacen, precisamente porque están profundamente dormidos. El tiempo de la conciencia llegará y todos estaremos unidos en paz verdadera. Una paz no creada por el hombre, una paz que emergerá de cada uno de nosotros propagándose a todos los seres humanos sedientos de justicia para conformar una fraternidad universal.

Juan Pomponio