miércoles, 6 de julio de 2011

EL ESPÍA de Alberto Urcaray




Se ha dicho, se dice y probablemente se dirá, que en Dormivela hubo, hay y posiblemente habrá, un Espía.
Nunca nadie lo vio, ni nadie pudo imaginar nunca qué podría alguien espiar en Dormivela y, por supuesto, espiar para qué y para quién.
La gente de Dormivela sabe, o al menos intuye, que espiar sueños es tarea, sino imposible, por lo menos, harto difícil.
Por otro lado, si alguien cuenta un sueño... ¿Cuánto de él pertenece al sueño en sí, al subconsciente y cuánto se ve modificado por lo racional y consciente?
Alguien – quizá, un espía de sueños – detectó que Salvador Dalí, si bien fabulaba, también retocaba sueños y este acto de espionaje sirvió para alejarlo del grupo surrealista de André Breton y amigos.
Sabido es que los espías profesionales trabajan por dinero. ¿Quién, en su sano juicio, pagaría por escuchar sueños en cantidades masivas y a los cuales no sabría cuánta credibilidad otorgarles?
Sabido es, también, que la gente espía por un simple acto de vouyerismo que da un placer un tanto solitario y pecaminoso.
De todas formas, saberse espiado confiere a todos nosotros, al fin mortales y soberbios, un aumento considerable de nuestro ego, algo así como “si te espían, vales algo más de lo pensado”.
Si en Dormivela no hay un Espía, al menos alguien, y esto es seguro, lo imagina.



Una breve reseña de ALBERTO URCARAY

Estudia Bellas Artes e Historia del Arte en Buenos Aires.
Se desempeña en varias facetas en el medio gráfico: dibujante de humor, ilustrador, dibujante publicitario y diseñador.
Publica en diferentes medios (periódicos, revistas, libros, etc) de Argentina, España, USA y Brasil.
Su obra plástica ha sido expuesta en varios países y acumula premios y menciones.
En Argentina, USA y España tiene publicados varios cuentos para niños (texto e ilustraciones).
Intervino como invitado en salones internacionales de humor e ilustración.