viernes, 20 de enero de 2012

ANDARE de KARINA MARIPOSA ROLDÁN



Siento la presencia de la muerte en mi habitación, husmeando los recodos. Infaltable compañera que desciende cada noche entremezclándose con los sueños, o acaso ¿sabemos si estamos vivos o muertos en esa densidad que nos atrapa? Todo sucede en la mente. Todo es una imagen mental que vamos creando a medida que crecemos. Una vez, alguien me preguntó si estaba segura de haber vivido aquello que recordaba de la infancia o si tal vez estaba agregando personajes, memorias de otros, inventando escenarios que nunca pisé y viviendo la vida de otra mujer que no soy. Ante el espejo veo mi alma y hallo eternidad. No hay arrugas, no hay edad ni pasado, todo es HOY. Todo es una luz que nace de las pupilas y enfoca la privacidad del Ser. Aquella que mostramos ante unos pocos. Palabras cifradas en versos que destilan pociones mágicas no comprendidas por todos. Una mujer camina a diario por las venas donde también circula esa fuerza masculina. Soy hembra y soy macho de una especie que no abunda en paisajes comunes. Procuro la no extinción para continuar este legado de vidas pasadas, presentes, tal vez del mañana. Mientras tanto huelo esa presencia. Un piano que solamente mis oídos escuchan resonando pulsos como caricias, sanando fracciones del cuerpo que pudiesen conservar vestigios de heridas. La piel muta. La piel va despellejando recuerdos hasta alisar sus formas y darles un nuevo tono. Entre notas continúo el texto que funde la sangre en un impulso de escribir la danza de letras. Nunca estamos solos. Siempre podemos percibir la presencia de aquella circunstancia que nos corteja desde que nacemos. Respiro hondo. Estoy viva. Exhalo fuerte. Estoy viva. Un suspiro suelta la cuerda umbilical y nazco otra vez. Estoy viva. A cada hora, en cada anochecer de luna cíclica y el horizonte que se oscurece ante el crepúsculo. Me reconozco hacedora de milagros cuyo arte principal consiste en tener FE.  Soy una con el universo. Soy Mujer y soy Hombre. Soy niña y anciana. Soy la Nada y soy el Todo. Venerada hembra que ha parido la existencia de tantos y renueva los frutos para eternizarse alrededor del sol. Es tiempo de ahondar en las palabras del vientre y reconocer el aullido de LA voz. Llega la noche. Estoy viva. Se abren espacios desiertos que poblaré de respiraciones. Nada más que eso. Respirar para vivir. Respirar para amarme y amarme para aceptarme. La melodía va finalizando. Mi cuerpo se detuvo en el núcleo principal, donde yacen las respuestas. Vibró mi alma. Saltaron versos dispuestos a empapar unas hojas en blanco. Aspiré nuevamente la vida que sin irse de mi lado recibió el anochecer.
©Karina Isabel Roldán