miércoles, 4 de junio de 2008

PRESENTO UN ESCRITO DEL PRÍNCIPE DE ALBANTA

TAMBIÉN SOY JUAN

A Juan Pomponio



Es un misterio encantador la similitud que existe entre poetas. Por momentos, y al despertar, indago si estoy en Venezuela como lo está Juan Pomponio, o si en Dublin, donde se supone que estoy yo. Al comprobar que me encuentro en la Isla de Irlanda, aún así, debo indagar si me conocen por Agustín o por Juan.

Porque un poeta es exactamente igual a otro de su especie. Es visitado por iguales fantasmas y, aunque cambien el nombre de las musas, todas ellas podrían ser exactamente las mismas que se nos dan a conocer con distintos nombres, sólo para alentar esa soberbia necesaria para animarse a escribir sobre el papel.

Es que el trabajo del poeta es el mismo en toda pluma y lo que cambia es el azar o la suerte de haber conseguido el oro que todos buscamos con igual intensidad: el verso que describa finalmente cómo es el alma que nos vive.

Las diferencias son accidentales. Un poeta que publicó en una importante editorial de París no es más -por sólo este hecho- que otro que escribe y comparte sus versos con sus compañeros de trabajo en un fogón en un campo de la Provincia de Corrientes. Quienes los conocen serás personajes y cantidades distintas, pero uno no es según el reconocimiento de los demás, uno es su verdad, más aproximada, cuando está en absoluta soledad.

Por esta razón, si fuera a España cuando Federico es asesinado lo haría sabiendo que moriré a su lado. Cuando el compañero que aún no nació recite un poema a su negrita bajo un cielo estrellado de Sudáfrica, también yo, me sentiré enamorado.

Dublin, junio 3, 2008

Agustín Elías



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