miércoles, 2 de febrero de 2011

VIDA LIBERADA


Foto by Juan Pomponio


La simiente de los caminos brota despacio sobre las colinas, se oye la canción proveniente de los océanos donde cantan mujeres desnudas. Unas cuerdas de cristal resuenan sobre el cielo, salen las palabras porque su combustión inflama la sangre. La simiente de los caminos brota desde mi alma. Huye despacio una palabra. Viaja hacia el sitio de los viejos almendros donde en otras épocas monjes hechizados soltaban las sílabas necesarias para dictaminar el relato. La agonía de una metáfora apura el verso para que no muera el impulso. Mientras la noche duerme, sobre los edificios, algunas luces destellan furiosas porque no pueden salir. La indecisión del momento cuestiona el sentido de cada letra pulsada con la fuerza del silencio. Se agita el pecho junto al gemido de la piel. La agonía de una metáfora apura el verso porque sabe que en cualquier instante se disolverá para mezclarse con el viento y desaparecer tras los molinos imaginarios apostados en una pradera de flores blancas. El malestar crónico de la descompensación metafórica acontece siempre que se mezclan las palabras en mi corazón. Parecen restos de vidas arcaicas adheridas a la piel como un sello lacrado con una gota plateada. Una luna derretida cae sobre el papel. Cráteres del alma abren surcos profundos. Pueden verse las escalas rítmicas, pueden contemplarse las secuencias antiguas...
El malestar crónico viaja por la sangre fusionada de lamentos. Es parte del supuesto goce cuando emergen palabras para reestablecer el nuevo comienzo de las metáforas. La angustia de la poesía se transforma poderosa esparciendo semillas renovadas donde la tierra negra de luz espera la siembra de los hombres, mientras otros esperan el nacimiento de las espigas para segar el concierto de poemas trazados sobre la misma vida. Vida inventada desde la realidad. Vida sin lamentos. Vida liberada con relatos.
La angustia de la poesía sucede a veces cuando la indigestión proviene de aquellos témpanos transitando la orilla de la nada. Un pájaro de cemento escondido sobre un árbol de otros tiempos. En la Avenida Hipólito Yrigoyen los carros pasan veloces, las personas caminan ausentes, la ciudad no oye el canto. Mi corazón se detiene por un momento. Se para al costado del asfalto. La Mariposa oye su canción. Su belleza estremece la frialdad. El pájaro de cemento canta escondido, no quiere ser descubierto para que su canción no se transforme en piedra arrojada lejos, allí donde pasean los autómatas sin conciencia. El árbol brilla apartado del ruido. La vida tiembla...

Juan Pomponio ©