viernes, 18 de septiembre de 2009

¿CROMOSOMOS? DE JULIÁN CHAPPA


¿CROMOSOMOS?
Somos parciales, somos una parte de algo mayor, de algo total, de algo que conformamos pero no conocemos, pero no nos conforma. Ni nos confirma. La vida está plagada de conformaciones y casi vedada a las verdaderas confirmaciones, aunque en ocasiones podamos entrever destellos enceguecedores. El problema es que la potencia de la verdad en estado puro es muy fuerte para nuestros sentidos, es una medida que rebalsa nuestro espectro de posibilidades sensoriales.
De allí que la imparcialidad sea sólo una ficción que nos inculcan desde el poder, desde los instrumentos coercitivos que tiene el poder e impulsan a crear una ficción de homo geneidad sapiens que en realidad no es tal. Esta tela de colores llamativos que ponen como telón de fondo (pero que no está al fondo sino delante) intenta tranquilizarnos, hacernos ver que reina el orden, cuando muy bien saben que el Rey absoluto es el caos, lo fue antes de que nosotros seamos vasallos de esos amos esclavizados.
Que curiosos que somos, nos autoetiquetamos como homo sapiens, como los seres capaces de saber, capaces de catalogar todo lo que nos rodea, todo lo vivo y lo muerto que está a nuestro alrededor, pero nada de lo muerto o vivo que almacenamos en nuestro interior. ¿Qué tipo de saber es éste que poseemos? Tal vez la diferencia entre nosotros y los animales sea que ellos tienen un saber que los posee, nosotros con nuestros verbos posesivos, ellos con sus verbos posesores que hacen que no necesiten este instrumento que estoy usando para tratar de salir de mí. Y como nosotros somos los dueños supuestos del saber, tenemos la opacidad capaz de manipularlo, de cambiarlo, de tergiversarlo, de crear paredes donde no las hay, de crear barreras que nos dividen, de destruir la libertad que nos parió, de compartimentar y complejizar innecesariamente la realidad.
Pero hablamos de imparcialidad, de objetividad, como si fuesen cartas a las que podemos recurrir, como si nuestro juego dispusiese de esos comodines que harían al mundo diferente, que cambiarían radicalmente las reglas del juego, este juego que no se acaba —como creemos— con la muerte de la reina que creemos ser, sino con el jaque mate al Rey, una pieza que no forma parte del tablero en el que disponemos nuestras fichas con fecha de caducidad. Y enceguecemos ante una pequeña verdad que sí está al alcance de nuestra miopía progresiva: cada día avanzamos hacia un nuevo tipo de ser humano, involución del sapiens, nos deberíamos etiquetar con un poco de esa objetividad de la que somos incapaces.
Si nos fuese posible, seguramente nos rebautizaríamos como homo géneos. Entonces usaríamos mejor los verbos, les cambiaríamos el tiempo y el modo, para llegar a vervos. Y nos veríamos con toda la desnudez verdadera, y entenderíamos que no somos poseedores de auténticos conocimientos, sino que nos posee la ignorancia.
Julián Chappa
Ilustración de Rodney Mathews: medievalyfantasia.com/ilustraciones/gmx-niv56...

2 comentarios:

Eva Monzón dijo...

Del caos vino en orden, y ese mismo orden irá al caos, mientras tanto criaturas van habitando ese precario estado de cosas, y entre ellas, unas muy engreidas, que se autonomenan sapiens sapiens, sin más derecho que el arbitrario y se creen dueñas de él..., vale, un día volverá el caos, desaparecerá el orden,con él los sapiens, y otro nuevo orden imperará --si no, miren los dinosaurios--.

Julián Chappa dijo...

Eva:

Muchas gracias por tu lúcido comentario. Saludos,

Julián Chappa