A mis sobrinos y a María Cecilia
Francisco y Micaela son hermanos. Él es mayor que ella, y aunque en la casa donde viven muchas veces la siente intrusa de su vida, puertas afuera la protege y cuida como su más preciada pertenencia. Es mucho el tiempo que comparten juntos aunque es en el Jardín de Infantes cuando tienen mayor libertad para hablar de los temas que ellos consideran privados.
Así, aprovechando un paseo que les brindaba la maestra por el pueblo de Tierras de Adrogué, Francisco, preocupado, observaba a la gente grande que caminaba rápidamente en distintas direcciones. Todos los chicos fueron invitados a tomar un helado y a jugar en la plaza central William Brown. Micaela también se veía preocupada, intentaba que su helado no se le cayera. Cuando finalmente sucedió, Francisco se acercó a ella y le dijo:
Francisco – ¡Micaela, no! ¡No sabés tomar un helado! Nadie te va a comprar otro si los tirás al piso.
Micaela – Se cayó... (encogiéndose de hombros).
Francisco – No importa, tomá el mío que yo me encuentro mirando a la gente.
Micaela – ¿Qué mirás?
Francisco – Estoy pensando como quién voy a ser cuando sea más grande. Por aquí pasa mucha gente que hace cosas distintas. Podemos escucharlos mientras hablan y saber cómo son. Ahí vienen dos hombres vestidos de médico... escuchemos...
Médico 1 – ... esa gente yo no la atiendo más. Se pueden morir en la puerta de mi consultorio, que si no pagan, no haré nada.
Médico 2 – Sabés bien que entiendo que no estamos para trabajar gratis pero no podemos elegir así a la gente. Nuestra misión es ayudarlos.
Médico 1 – Vos hacé lo que quieras. Si no me pagan, que se mueran...
Francisco – ¡Eligen a la gente! ¡Muerte! ¡Qué asco! Yo no podría... ¿y vos? ¡Otra vez tiraste el helado!
Micaela – Se me cayó... (Nuevamente encogiéndose de hombros, y luego sonriendo contesta) ¡Yo quiero ser como el sol que no elige a nadie y da calor a todos!
Francisco – ¡Contestá bien! Ahora vamos a acercarnos a ese escenario donde hay un hombre que está gritando y mucha gente lo aplaude. Debe ser un político...
Político – ... gracias amigos míos, mis mejores amigos, por contribuir con nuestra causa, la de todos... hay que seguir aportando lo que se pide para salir adelante (torpes aplausos, luego baja del escenario para ubicarse detrás del mismo y cuenta fajos de dinero).
Francisco – Se queda con la plata de la gente. ¿Serías como él?
Micaela – Prefiero ser como la luna y contar las estrellas en la noche.
Francisco – Preguntémosle al señor que trabaja en la Iglesia y que viene hacia aquí qué es lo que él hace. ¿Señor, qué hace usted? (dirigiéndose al sacerdote).
Sacerdote – Si quieren saber vayan a misa (continuando su camino).
Francisco – ¿Vos serías como él si no sabés qué hace?
Micaela – Creo que no podría aunque quisiera porque nunca vi a una nena vestida como él. Quizá no me dejen. ¡Prefiero ser como el Niño Jesús que me escucha en todas partes!
Francisco – ¡Ahí vienen dos policías! Escondámonos detrás de ese árbol y escuchemos lo que dicen...
Policía 1 – ...hoy todo mi barrio va a ser asaltado y yo no puedo hacer nada. Son órdenes de arriba.
Policía 2 – Macho, ¿somos policías o ladrones?
Francisco – ¡Qué difícil hablan! ¡Vestidos de policías no saben si son policías!
Micaela – ¡Prefiero ser una flor que siempre sabe que es hermosa!
Francisco – Escuchemos a esa pareja de profesores que sale del colegio. ¡Vamos!...
Profesor – ...tan harto. ¡Ingeniero Químico y perdiendo el tiempo con matemática para adolescentes!
Profesora – Y yo abogada, mintiéndoles sobre el derecho a los chicos, cuando espero ansiosa el desalojo de un geriátrico que dejará mucho abuelos en la calle pero mucho más dinero en mi bolsillo.
Francisco - ¡Qué horror! ¡Abuelos en la calle! ¡Y el otro dice que pierde el tiempo! ¡Estoy espantado Micaela! No contestes nada y démosle la oportunidad a ese corredor que está preparándose para dar vueltas por la plaza. Acerquémonos sin miedo porque es un hombre sano...
Corredor – Hoy voy a correr tan rápido que nadie me va a ganar (respirando profundamente y con los ojos cerrados), ¡seré el mejor, el mejor, el más rápido, el mejor! (abre los ojos y sale corriendo).
Micaela – Fran, a mí me gustan más las aves que vuelan siempre juntas y ninguna se adelanta porque quieren llegar todas al mismo lugar en compañía.
Francisco – ¡Micaela, por favor, decidí como quién querés ser!
Micaela – ¡Son muchos ejemplos!
Francisco – Mica, tenés que elegir, ¿el sol, la luna, el Niño Jesús, una flor o un ave?
Micaela – No tengo dudas... yo quiero ser tu hermana.
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