Bernardo Baraj
“De las líneas de su mano voló un gorrión”, dice la canción de “Alma y Vida”, aquella banda mítica del rock en Argentina. Esa fue la canción que estuve tarareando toda la semana previa al encuentro con el músico, el hombre, con aquel trovador de los vientos llamado Bernardo Baraj, uno de los grandes artistas que tenemos en nuestro país y en el mundo.
El encuentro se produjo allá en el barrio de San Cristóbal, Buenos Aires, en una tarde de invierno cuando mate de por medio pudimos charlar sobre las cuestiones esenciales de su paso por la vida. La poesía del viento que fluye de su magia ha sido testigo de grandes hechos en su trabajo musical. Su nombre, Bernardo Baraj, tiene el sello de la sencillez y la grandeza de ser un hombre que viaja la vida con el toque de las corcheas o el murmullo de las fusas. Gracias Bernardo por permitirme asomarme un poco a tu alma musical.
Juan Pomponio, Ranelagh, 18 de agosto de 2010
ENTREVISTA
JP – Repasando la historia de Bernardo es inevitable viajar hacia esa gran banda de rock llamada ALMA Y VIDA. ¿Era jazz fusionado con el rock lo que armaron?
BJ – Fue una banda inspirada en un par de grupos norteamericanos que eran nuestro parámetro inicial. Los grupos que nos gustaban en nuestra época; eran tiempos donde The Beatles y los Rollings Stone habían copado la parada y los instrumentos que la gente joven elegía para tocar en esos años eran precisamente la guitarra, el bajo, la batería y eventualmente algún teclado pero no había instrumentos de viento. Y nosotros que teníamos instrumentos de viento armamos la banda tomando como modelo a Chicago y Sangre Sudor y Lágrimas, eran de fusión con el jazz, nos gustaban mucho. Nuestro modelo foráneo venía desde ahí. “Alma y Vida” fue la primer banda que tuvo instrumentos de viento en la Argentina, una característica muy particular del grupo era la voz de Carlos Mellino, una voz muy diferente, y teníamos una especial inquietud por reflejar en nuestras letras situaciones sociales del momento y en ese sentido la banda también tenía una participación muy activa.
JP -¿Estamos hablando de los años 1969/70?
BJ – A fines del 69 resolvimos armar la banda. Era una banda de acompañamiento a Leonardo Fabio, nosotros estábamos trabajando con Leonardo Fabio. En un momento Leonardo nos comunicó que iba dejar de trabajar así que la alternativa para nosotros era que cada uno vaya a buscar un laburo por ahí o sostener a la banda como tal ya que habíamos tenido muestras de que el grupo funcionaba bien y le gustaba a la gente. Así que resolvimos quedarnos juntos, integrados, ahí le pusimos el nombre y arrancamos. Debutamos el 20 de junio de 1970. .
JP - ¿Tienen pensado algo a raíz del aniversario?
BJ – Si, claro. Estamos ahora grabando un disco nuevo y lo vamos a presentar a modo de festejo de nuestro aniversario el 11 de septiembre en el ND ATENEO. Esa es nuestra próxima actuación así importante en Capital.
JP – ¿Cuál es el recuerdo más claro de Bernal, ese barrio de la zona sur del Gran Buenos Aires?
BJ – Hasta los ocho años y medio, momento en que falleció mi papá, mi infancia había transcurrido hasta ese momento de una manera bárbara. Y los recuerdos que tengo de esos años en Bernal, son maravillosos. Vivir en esos años en un barrio proletario del gran Buenos Aires, para un chico era estar en el paraíso, mucho contacto con la naturaleza, vivía en la zona este, en el barrio de Villa Kramer, estábamos cerca del río, un paisaje que me resulta muy familiar, muy atractivo, los veranos en el barrio, los potreros, el barrilete, la bolita, el balero, andar descalzo por la calle cuando llovía, la bicicleta, los patines, creo que soy un agradecido de la vida por esa infancia de tanto contacto con la naturaleza.
JP - ¿Cuál fue el primer contacto musical? ¿Fue en la niñez como les ocurrió a otros tantos artistas que fueron marcados? ¿Cómo surge la música en tu vida?
BJ – Cuando te contaba esto de mi barrio en Bernal, me acordaba precisamente de algunas situaciones; de chico tenía un amigo Carlos Garaventa que tenía el papá que era un músico aficionado que tocaba el bandoneón, recuerdo que lo veía llegar, y pasaba con esa típica fotografía del tipo que venía del centro de laburar, con el saco puesto, a veces en la mano y en verano con la camisa remangada, la corbata media desabrochada , ese cuadro lo tengo tan clarito, lo estoy viendo pasar por la puerta de mi casa. Vivía a una cuadra más abajo y yo sabía que a la media hora el tipo iba a tocar el bandoneón, entonces me ponía a escuchar desde afuera, me encantaba escucharlo, había como una magia. Y después cuando falleció mi papa, yo tendría nueve años, le pedí a mi vieja que quería estudiar piano porque en el barrio, como en todo barrio, había una profesora de piano y ese fue mi primer contacto con un instrumento de una manera activa. Fue muy importante para mí.
JP – Comenzaste a tocar con el piano ¿cuándo llegan los vientos? ¿Por qué? ¿Cómo fue?
BJ – A los trece años, ya viviendo en Capital, con algunos amigos nos gustaba el jazz tradicional y habíamos decidido armar una banda de jazz como quien arma un equipo de futbol, y cada uno elegía un instrumento, ninguno tocaba nada obviamente. Y yo elegí el clarinete que era un instrumento que me gustaba porque cuando chico había visto la película de la vida de Benny Goodman que me había fascinado, eso también me dejó como una marca, entonces empecé a estudiar el clarinete. Mi vieja me llevó de un profesor, me compró un clarinete muy rudimentario pero que me servía ahí comencé. A medida que iba tocando me empezaron a gustar corrientes más modernas, ya no el jazz tradicional, y entonces me empezó a gustar el saxo porque escuchaba a Charlie Parker, John Coltrane, los grandes saxofonistas del jazz, entonces ahí me compré un saxofón. Tendría 17 años y empecé a estudiar el saxo.
JP – ¡Ya tenías el oído musical!
BJ –Si, tenía una cierta facilidad, era como una pasión; pero en realidad, te digo “era como una necesidad de encontrar en la música –yo no lo sabía pero después analizando – y además con muchos años de diván, yo era un adolescente con bastantes problemas por esa situación de mi viejo fallecido, yo hijo único que me quedé con mi mamá que se enfermó, andaba siempre medio solo o en la casa de una tía, entonces la música comenzó a convertirse en una tabla de salvación.
JP – Una válvula de escape.
BJ - Un lugar en donde refugiarme y en ese refugio trataba de estar la mayor cantidad de tiempo posible y entonces estudiaba muchísimo. Pero no tenía pretensiones en ningún momento de ser músico, no pensaba que iba a ser un profesional de la música. Estudiaba música por esto que te estoy diciendo pero no es que yo pensaba. Lo cierto que, en determinado momento un tío mío me consigue un laburo –ya en estos años había comenzado a laburar en distintas cosas porque mi vieja apenas tenía una pensión de mi viejo, estaba enferma y había que parar la olla. Me acuerdo que el primer trabajo que tuve fue de cadete en Bonafide.
JP -¡Bonafide!
BJ - Era repartidor con la bicicleta, andaba por “lleca”. Creo que todas las experiencias son enriquecedoras porque me sirvió, para darme maña en muchas cosas que tienen que ver en cómo uno se arregla con uno mismo, con ¡No se! Ahí, siendo cadete tenías que pasar el lampazo, cargar los cajones con chocolates y caramelos, meter el café en los silos, salir a repartir y verse con lluvia, calor, frío. Lo cierto que después de eso, un tío mío me consiguió un trabajo en IBM, que estar en IBM para esos años era como tocar el cielo con la mano porque eran los albores de la computación, una computadora era grande como esta habitación.
Así que bueno, entré en IBM con el aval de un tío y con esta cosa de tener el futuro asegurado. Yo seguía estudiando música y cada vez más apasionado pero siempre sin tener esta idea de que iba a ser músico profesional. Y claro, en esa época me empezó a gustar el jazz, ya era un adolescente grande, tenía dieciocho. Me iba todas las noches a escuchar jazz en la famosa “Cueva de Peyrredón” que antes de ser La Cueva del rock, era un lugar que se llamaba “La cueva de Pasarotus” y en ese lugar se tocaba jazz. Tocaban los músicos anteriores a mi generación, Jorge Navarro, Fats Fernández. Me acostaba tarde y nunca llegaba a horario al laburo, era un desastre.
JP – ¿No rendías en el trabajo?
BJ – No. Había tenido varios apercibimientos con el gerente. Y para esa época me vinieron a buscar unos muchachos del barrio de Palermo para tocar en un grupo de rock. A mi, no me gustaba mucho tocar eso porque como buen adolescente a mi me gustaba tocar el jazz pero bueno, me insistieron y entonces acepté. Empezamos a ensayar con el grupo ese y fuimos a tocar a un viejo programa que se llamaba “Escala Musical”, esos programas donde se presentaban grupos y entonces empezamos a tocar ahí. Era los domingos, un lunes llego al laburo y me dice una compañera “Baraj, te llama el gerente.” Una vez más fui a hablar con el gerente que se llamaba Antonioni –como el director de cine-. El tipo me dice: “Siéntese Baraj”. Era un tipo joven, muy buena onda, pero me miro y me dice: “Baraj, ayer lo estuve viendo en el programa de Scala Musical en la televisión con el grupo ese con el que usted toca; muy bien, lo vi tan contento tocando y acá no lo veo feliz. Así que lo voy a echar. Está despedido.” Y me echo a la mierda, para mí fue un baldazo de agua fría porque te imaginas la responsabilidad llevar el sobre con la guita a mi casa, al punto tal que me la pase diez o quince días yéndome de mi casa haciendo que iba a trabajar porque no me animaba a decirle a mi vieja.
JP – ¡Pero el gerente te echó con buena onda!
BJ – Me echó con buena onda porque yo no merecía otra cosa porque era un desastre, el tipo me lo dijo bien, lo que él no imaginaba era que yo iba a terminar siendo un músico profesional, pero la verdad era que no rendía y ya había recibido varios apercibimientos, el gerente estuvo perfecto. Después tuve que decirle a mi vieja lo que había pasado, se hizo mala sangre, yo me encerré a estudiar y en lugar de tener pocas horas para tocar, tenía todo el día, mientras esperaba la salida de algún laburo. Lo cierto es que al poquito tiempo, no se, al mes, viene a buscarme un tipo que era un representante de un cantante que grababa en la CBS, que era como si te dijera ahora te viene a buscar, no se, el representante de Fito Páez. Un tipo groso, para ir a laburar con él, por supuesto que le dije que sí y comencé a trabajar con este hombre que se llamaba Jackie y tenía un grupo “Jackie y los Ciclones” y grababa en la CBS, de la noche a la mañana me convertí en profesional, sin esperarlo, sin pensarlo, sin haberlo programado y nunca más trabaje de otra cosa.
JP – Creo en el destino de las cosas, y el tal Antonioni tuvo que echarte para que aparezca ese representante…
BJ – Seguramente
JP – Porque si vos optabas por quedarte en ese trabajo, quizás hoy tendrías tu pensión de IBM. Siempre hay ese clic para que uno se la juegue por lo que realmente ama hacer.
BJ – Si, tal cual. En ese sentido me siento un afortunado. El destino me puso estas cartas en la mano. A lo mejor si no me hubieran echado de IBM cuando vino esta persona a buscarme yo no me hubiera atrevido a decirle que si, hubiera dicho, no, tengo mi trabajo, como me voy a ir de mi trabajo…
JP – La supuesta seguridad del salario, la jubilación, muchas cosas que también limitan para que el artista pueda expresarse en libertad.
BJ – Claro. Tal cual. Así que, bueno, fue una situación de lo más afortunada y acá estoy.
JP – Y acá estás tocando, preparando el regreso de “Alma y Vida”, tocaste con todos los grandes, Mercedes Sosa, Litto Nebbia, Fito Páez, Lito Vitale, entre otros.
BJ – Si. He tocado con mucha gente.
JP – Bernardo, al margen de la música ¿cómo ves a la sociedad? ¿Cuál es tu visión de este sistema, de la realidad que tenemos, y no me refiero solo en la Argentina, hablo de un compromiso a nivel global porque el planeta está complicado, la ecología y demás cuestiones?
BJ – Creo que siempre hay reclutas del cielo y del infierno, de lo personal podría hablar de lo que me toca vivir acá en mi país y de lo que veo, veo cosas que no me gustan mucho, veo otras que están mejorando y están bien que así sea; pero sigo viendo muchas diferencias sociales, veo gente que le sobra de acá a cien mi años y mucha gente que no tiene donde caerse muerta, gente pidiendo por la calle, durmiendo acá debajo la autopista, chicos mendigando descalzos. Esas cosas me causan mucho dolor, me parece que en ese sentido nuestra sociedad es muy perversa, muchas veces veo que tenemos mala memoria, políticos que ayer hicieron cosas horribles hoy están de vuelta, se esconde bajo tierra durante años y luego resurgen como si fueran grandes estadistas. Es lamentable. Entonces estas cosas son realidades que me joden, el tema de la droga por ejemplo, es un tema del que no se habla ni tampoco hay una política o idea sólida que se ocupe para resolverlo, no se trata desde un lugar de señalar con el dedo acusatorio de la moral, sino de un lugar objetivo del significado que la droga tiene en la juventud y de la que no se habla. Todos los días se mueren pibes jóvenes. Es un flagelo y se ha convertido en un nuevo método de control social, porque lo que antes era una cuestión de la que me tocó vivir a mí, de la dictadura militar que era la persecución policíaca, la imposibilidad de expresarte, frente a esa juventud que peleaba por una revolución, que tenía los ideales de la Revolución Cubana, del Mayo Francés, esa juventud que se había hecho carne con esos ideales, de repente quedó desbastada. Hoy en día, sin lugar a dudas, hay mucha juventud que podría sostener esos ideales, y yo creo que, en ese sentido la droga hace un control que viene perfecto.
JP – Y el alcohol también que además es legal.
BJ – Es legal hasta cierto punto, también se transgreden montones de situaciones. El otro día me contaba una chica, una alumna mía, me decía: “Vos vas a un boliche por ahí y si queres comprar una gaseosa, no te la venden. O tenes que tomar agua o sino una bebida alcohólica.” Es una cosa de locos ¿Viste? Y eso son cosas que están totalmente institucionalizadas y nadie dice nada.
JP – Son realidades que al sistema les convienen tener.
BJ – Claro, que tienen que ver con el interés y una perversidad suprema.
JP – El sistema social tiene vértices muy perversos de verdad. Uno como músico, poeta, artista, tiene que estar comprometido con todas estas cuestiones sociales.
BJ – Yo creo que si-
JP – Me tocó vivir la época militar en la época final, recuerdo cuando la gente decía “desapareció un vecino”, y otro decía “y en algo raro debe andar”, fue un momento nefasto de nuestra historia. ¿Fuiste perseguido, tuviste problemas, desaparecieron amigos tuyos?
BJ – No próximos, afortunadamente, no tuve gente así. Se de un par de personas que las conocía pero no gente amiga mía y yo tampoco tuve situaciones tan extremas pero ¡Si! Vivía con el terror de lo que significaba una sociedad controlada con un sistema policíaco. Uno como músico andaba mucho por la noche y tuve que vivir situaciones espantosas como meterte en un vehículo que te llevaban a un descampado y no sabías si lo hacían para matarte, tipos que te paraban por la calle y tenían más pinta de delincuente que de policías. Era una situación de mucho miedo. Estar tocando en lugares y que entraba la policía, hacer parar la música, prender la luz, pedir documentos mesa por mesa y llevarse gente. Había que esperar que todo eso sucediera para seguir tocando. Era una época muy dura. Y todo eso después en la distancia, es algo que uno no entiende, llega un momento que todo eso se hace como algo natural, y uno putea por lo bajo, sabe que pasan cosas malas pero no sabes qué hacer.
JP - ¿Cómo se encuentra la banda ALMA Y VIDA en el año 2010?
BJ – De los originales estamos, Carlos Mellino en voz y teclado, Juan Barrueco en guitarra, Carlos Villalba en bajo, Mario Salvador en trompeta que es el trompetista original de la banda que estuvo el primer año, después se fue y lo reemplazó Gustavo Moretto –aquel que después formó “Alas”-, y después se fue a Estados Unidos, él está allá así que lo convocamos a Mario Salvador que fue el primer trompetista, el baterista que históricamente fue Alberto Hualde no quiso ser de la partida en ésta nueva etapa porque no quiere tocar más, lo hace en su casa, así que lo llamamos a mi hijo Marcelo Baraj que es baterista; y agregamos a la línea de vientos un trombón que se llama Francisco Salgado. Estamos preparando canciones nuevas y grabando para presentarnos el 11 de septiembre en el teatro ND ATENEO. El concierto va ser temprano, a las 20:30 hs en las calles Paraguay y Suipacha.
JP - Anoche escuchaba dos temas de la banda y me impresionaban los coros ¡Como sonaba Alma y Vida! ¡Como suena! Porque la banda seguirá sonando siempre. ¿Los roqueros los veían como algo raro?
BJ – No, la banda tuvo mucha aceptación en el gran público, nosotros realmente creo que excedimos el mismo ámbito del rock, creo que a gente que no era estrictamente roquera, le gustaba la banda. En algún momento por algunas situaciones medio como que el ambiente del rock nos segregó un poco, porque nosotros tuvimos un desencuentro conceptual con Daniel Ripoll que era quien dirigía la revista “Pelo”, que en esos años la revista era lo máximo en el ambiente del rock y signaba un poco los destinos de las bandas, y en un momento como que él nos bajo el dedo (risas) al mejor estilo Nerón y eso nos perjudicó un poquito pero igualmente te digo que la banda sonaba con una potencia, habíamos ganado un gran público y trabajábamos un montón; además a cualquiera que quiera discutirme algo, dejamos seis discos grabados y ahí hay un material para revisar lo que la banda sonaba, los arreglos que hicimos, la música que tocábamos, las letras, creo que resiste cualquier análisis.
JP - ¿Y el Bernardo Baraj 2010, se siente equilibrado, pleno con la vida, cómo estás interiormente?
BJ - ¡Si! Estoy en un buen momento, como te dije antes, estoy componiendo canciones, contextualizarlas en una atmósfera tanguera que es un poco lo que me mueve en estos tiempos, tengo un material terminado, espero pronto poder entrar a un estudio a grabarlas, estoy con lo de “Alma y Vida” que también he compuesto algunas canciones, y eso está bueno también, estamos ensayando y la banda suena muy bien, estoy estudiando canto que me entusiasma, voy a bailar tango, me veo con mis hijos, tengo buena relación ellos, los disfruto. ¡Si! Creo que es un buen momento de mi vida. No me puedo quejar.
JP – Cuando hablábamos del estado de nuestra sociedad y veíamos un poco la realidad, te pregunto y no me refiero a las religiones organizadas ¿Nos falta espiritualidad como sociedad?
BJ – Creo que en ese sentido no son buenos tiempos, porque se ha construido una sociedad en donde los valores, para mi gusto, están movidos del centro; valores que tienen que ver con la exacerbación del ser joven por sobre la valorización de la experiencia, las grandes civilizaciones del mundo nos han enseñado que los grandes maestros son aquellos que han transitado una vida rica y capaces de transferir esas enseñanzas, con esto no estoy invalidando que haya viejos de mierda porque los hay, pero hay como exacerbación de la juventud, que es maravillosa por supuesto pero la cosa del viejo es casi como una palabra peyorativa en esta sociedad. Las cuestiones discriminatorias me hinchan mucho las pelotas, lo del “peruca” (peruano), el “Bolita” (boliviano) a mi eso me liquida…
JP – El racismo absurdo de los imbéciles
BJ- Si, tal cual. Como si el color de la bandera fuera el sinónimo de tal o cual cosa. Me parece que esta sociedad nos ha puesto como en una carrera hacia una zanahoria inalcanzable, esta cosa del consumismo, tener lo que uno no puede tener y cómo hacer para tenerlo, y eso nos pone en un lugar muy jodido. Hay gente que se mata laburando catorce horas por día, dejando de lado las cosas más elementales que necesita el ser humano. Yo levanto la bandera de los viejos anarquistas de comienzos del siglo pasado que pensaban que el hombre no vino a este mundo para sufrir, el hombre vino a este mundo para disfrutar y si yo puedo laburar seis horas por día –que ya es bastante-, con eso tendría que estar bien con mi familia y lo demás es disfrute. ¿Por qué tengo que matar y pasarme la vida como un esclavo? Entonces hay una sociedad que está construida en estos términos de la que yo por una cuestión personal y de elección logré zafar, pero eso no hace que no vea y que no sufra por las cosas perversas que suceden como por ejemplo de que un tipo tenga que trabajar diez horas seguidas y si el dueño le pide dos horas más tiene que quedarse aunque no se lo pague.
JP – Es evidente que la esclavitud no fue abolida sino disfrazada. Sigue existiendo.
BJ – Si, claro. Sigue existiendo. Esas son las cosas que me dan pena, y que justamente son lo opuesto a la idea de la espiritualidad a la que vos hacías referencia; en este contexto es muy difícil, llegar a la casa, mirar media hora a Tinelli e irse a dormir.
JP – Y levantarse al otro día con ese es el mecanismo que desgasta y derrumba a la persona. Y trabajas cuarenta años en el mismo lugar, realizado todo en forma mecánica donde no existe un goce de la vida como la contemplación por ejemplo. Contemplar es la actividad más elevada que pueda desarrollar cualquier ser humano.
BJ – Sin duda, que además tiene que ver con lo meditativo, encontrarse con uno mismo hacia el ser interior. Son cosas de un paraíso que uno debe luchar por él pero no es moneda corriente.
JP – ¿Algo más que quieras agregar?
BJ – Lo del 11 de septiembre acá en Capital, cita obligada con “Alma y Vida”, los esperamos a todos, tenemos que reventar ese teatro, así que ahí vamos a estar celebrando nuestros cuarenta años que no es poco.
JP - ¡Cuarenta años! Un abrir y cerrar de ojos.
BJ – Y si. La vida es así.
JP – Muchas gracias Bernardo.
BJ – Al contrario. Gracias a vos.
“De las líneas de su mano voló un gorrión”, dice la canción de “Alma y Vida”, aquella banda mítica del rock en Argentina. Esa fue la canción que estuve tarareando toda la semana previa al encuentro con el músico, el hombre, con aquel trovador de los vientos llamado Bernardo Baraj, uno de los grandes artistas que tenemos en nuestro país y en el mundo.
El encuentro se produjo allá en el barrio de San Cristóbal, Buenos Aires, en una tarde de invierno cuando mate de por medio pudimos charlar sobre las cuestiones esenciales de su paso por la vida. La poesía del viento que fluye de su magia ha sido testigo de grandes hechos en su trabajo musical. Su nombre, Bernardo Baraj, tiene el sello de la sencillez y la grandeza de ser un hombre que viaja la vida con el toque de las corcheas o el murmullo de las fusas. Gracias Bernardo por permitirme asomarme un poco a tu alma musical.
Juan Pomponio, Ranelagh, 18 de agosto de 2010
ENTREVISTA
JP – Repasando la historia de Bernardo es inevitable viajar hacia esa gran banda de rock llamada ALMA Y VIDA. ¿Era jazz fusionado con el rock lo que armaron?
BJ – Fue una banda inspirada en un par de grupos norteamericanos que eran nuestro parámetro inicial. Los grupos que nos gustaban en nuestra época; eran tiempos donde The Beatles y los Rollings Stone habían copado la parada y los instrumentos que la gente joven elegía para tocar en esos años eran precisamente la guitarra, el bajo, la batería y eventualmente algún teclado pero no había instrumentos de viento. Y nosotros que teníamos instrumentos de viento armamos la banda tomando como modelo a Chicago y Sangre Sudor y Lágrimas, eran de fusión con el jazz, nos gustaban mucho. Nuestro modelo foráneo venía desde ahí. “Alma y Vida” fue la primer banda que tuvo instrumentos de viento en la Argentina, una característica muy particular del grupo era la voz de Carlos Mellino, una voz muy diferente, y teníamos una especial inquietud por reflejar en nuestras letras situaciones sociales del momento y en ese sentido la banda también tenía una participación muy activa.
JP -¿Estamos hablando de los años 1969/70?
BJ – A fines del 69 resolvimos armar la banda. Era una banda de acompañamiento a Leonardo Fabio, nosotros estábamos trabajando con Leonardo Fabio. En un momento Leonardo nos comunicó que iba dejar de trabajar así que la alternativa para nosotros era que cada uno vaya a buscar un laburo por ahí o sostener a la banda como tal ya que habíamos tenido muestras de que el grupo funcionaba bien y le gustaba a la gente. Así que resolvimos quedarnos juntos, integrados, ahí le pusimos el nombre y arrancamos. Debutamos el 20 de junio de 1970. .
JP - ¿Tienen pensado algo a raíz del aniversario?
BJ – Si, claro. Estamos ahora grabando un disco nuevo y lo vamos a presentar a modo de festejo de nuestro aniversario el 11 de septiembre en el ND ATENEO. Esa es nuestra próxima actuación así importante en Capital.
JP – ¿Cuál es el recuerdo más claro de Bernal, ese barrio de la zona sur del Gran Buenos Aires?
BJ – Hasta los ocho años y medio, momento en que falleció mi papá, mi infancia había transcurrido hasta ese momento de una manera bárbara. Y los recuerdos que tengo de esos años en Bernal, son maravillosos. Vivir en esos años en un barrio proletario del gran Buenos Aires, para un chico era estar en el paraíso, mucho contacto con la naturaleza, vivía en la zona este, en el barrio de Villa Kramer, estábamos cerca del río, un paisaje que me resulta muy familiar, muy atractivo, los veranos en el barrio, los potreros, el barrilete, la bolita, el balero, andar descalzo por la calle cuando llovía, la bicicleta, los patines, creo que soy un agradecido de la vida por esa infancia de tanto contacto con la naturaleza.
JP - ¿Cuál fue el primer contacto musical? ¿Fue en la niñez como les ocurrió a otros tantos artistas que fueron marcados? ¿Cómo surge la música en tu vida?
BJ – Cuando te contaba esto de mi barrio en Bernal, me acordaba precisamente de algunas situaciones; de chico tenía un amigo Carlos Garaventa que tenía el papá que era un músico aficionado que tocaba el bandoneón, recuerdo que lo veía llegar, y pasaba con esa típica fotografía del tipo que venía del centro de laburar, con el saco puesto, a veces en la mano y en verano con la camisa remangada, la corbata media desabrochada , ese cuadro lo tengo tan clarito, lo estoy viendo pasar por la puerta de mi casa. Vivía a una cuadra más abajo y yo sabía que a la media hora el tipo iba a tocar el bandoneón, entonces me ponía a escuchar desde afuera, me encantaba escucharlo, había como una magia. Y después cuando falleció mi papa, yo tendría nueve años, le pedí a mi vieja que quería estudiar piano porque en el barrio, como en todo barrio, había una profesora de piano y ese fue mi primer contacto con un instrumento de una manera activa. Fue muy importante para mí.
JP – Comenzaste a tocar con el piano ¿cuándo llegan los vientos? ¿Por qué? ¿Cómo fue?
BJ – A los trece años, ya viviendo en Capital, con algunos amigos nos gustaba el jazz tradicional y habíamos decidido armar una banda de jazz como quien arma un equipo de futbol, y cada uno elegía un instrumento, ninguno tocaba nada obviamente. Y yo elegí el clarinete que era un instrumento que me gustaba porque cuando chico había visto la película de la vida de Benny Goodman que me había fascinado, eso también me dejó como una marca, entonces empecé a estudiar el clarinete. Mi vieja me llevó de un profesor, me compró un clarinete muy rudimentario pero que me servía ahí comencé. A medida que iba tocando me empezaron a gustar corrientes más modernas, ya no el jazz tradicional, y entonces me empezó a gustar el saxo porque escuchaba a Charlie Parker, John Coltrane, los grandes saxofonistas del jazz, entonces ahí me compré un saxofón. Tendría 17 años y empecé a estudiar el saxo.
JP – ¡Ya tenías el oído musical!
BJ –Si, tenía una cierta facilidad, era como una pasión; pero en realidad, te digo “era como una necesidad de encontrar en la música –yo no lo sabía pero después analizando – y además con muchos años de diván, yo era un adolescente con bastantes problemas por esa situación de mi viejo fallecido, yo hijo único que me quedé con mi mamá que se enfermó, andaba siempre medio solo o en la casa de una tía, entonces la música comenzó a convertirse en una tabla de salvación.
JP – Una válvula de escape.
BJ - Un lugar en donde refugiarme y en ese refugio trataba de estar la mayor cantidad de tiempo posible y entonces estudiaba muchísimo. Pero no tenía pretensiones en ningún momento de ser músico, no pensaba que iba a ser un profesional de la música. Estudiaba música por esto que te estoy diciendo pero no es que yo pensaba. Lo cierto que, en determinado momento un tío mío me consigue un laburo –ya en estos años había comenzado a laburar en distintas cosas porque mi vieja apenas tenía una pensión de mi viejo, estaba enferma y había que parar la olla. Me acuerdo que el primer trabajo que tuve fue de cadete en Bonafide.
JP -¡Bonafide!
BJ - Era repartidor con la bicicleta, andaba por “lleca”. Creo que todas las experiencias son enriquecedoras porque me sirvió, para darme maña en muchas cosas que tienen que ver en cómo uno se arregla con uno mismo, con ¡No se! Ahí, siendo cadete tenías que pasar el lampazo, cargar los cajones con chocolates y caramelos, meter el café en los silos, salir a repartir y verse con lluvia, calor, frío. Lo cierto que después de eso, un tío mío me consiguió un trabajo en IBM, que estar en IBM para esos años era como tocar el cielo con la mano porque eran los albores de la computación, una computadora era grande como esta habitación.
Así que bueno, entré en IBM con el aval de un tío y con esta cosa de tener el futuro asegurado. Yo seguía estudiando música y cada vez más apasionado pero siempre sin tener esta idea de que iba a ser músico profesional. Y claro, en esa época me empezó a gustar el jazz, ya era un adolescente grande, tenía dieciocho. Me iba todas las noches a escuchar jazz en la famosa “Cueva de Peyrredón” que antes de ser La Cueva del rock, era un lugar que se llamaba “La cueva de Pasarotus” y en ese lugar se tocaba jazz. Tocaban los músicos anteriores a mi generación, Jorge Navarro, Fats Fernández. Me acostaba tarde y nunca llegaba a horario al laburo, era un desastre.
JP – ¿No rendías en el trabajo?
BJ – No. Había tenido varios apercibimientos con el gerente. Y para esa época me vinieron a buscar unos muchachos del barrio de Palermo para tocar en un grupo de rock. A mi, no me gustaba mucho tocar eso porque como buen adolescente a mi me gustaba tocar el jazz pero bueno, me insistieron y entonces acepté. Empezamos a ensayar con el grupo ese y fuimos a tocar a un viejo programa que se llamaba “Escala Musical”, esos programas donde se presentaban grupos y entonces empezamos a tocar ahí. Era los domingos, un lunes llego al laburo y me dice una compañera “Baraj, te llama el gerente.” Una vez más fui a hablar con el gerente que se llamaba Antonioni –como el director de cine-. El tipo me dice: “Siéntese Baraj”. Era un tipo joven, muy buena onda, pero me miro y me dice: “Baraj, ayer lo estuve viendo en el programa de Scala Musical en la televisión con el grupo ese con el que usted toca; muy bien, lo vi tan contento tocando y acá no lo veo feliz. Así que lo voy a echar. Está despedido.” Y me echo a la mierda, para mí fue un baldazo de agua fría porque te imaginas la responsabilidad llevar el sobre con la guita a mi casa, al punto tal que me la pase diez o quince días yéndome de mi casa haciendo que iba a trabajar porque no me animaba a decirle a mi vieja.
JP – ¡Pero el gerente te echó con buena onda!
BJ – Me echó con buena onda porque yo no merecía otra cosa porque era un desastre, el tipo me lo dijo bien, lo que él no imaginaba era que yo iba a terminar siendo un músico profesional, pero la verdad era que no rendía y ya había recibido varios apercibimientos, el gerente estuvo perfecto. Después tuve que decirle a mi vieja lo que había pasado, se hizo mala sangre, yo me encerré a estudiar y en lugar de tener pocas horas para tocar, tenía todo el día, mientras esperaba la salida de algún laburo. Lo cierto es que al poquito tiempo, no se, al mes, viene a buscarme un tipo que era un representante de un cantante que grababa en la CBS, que era como si te dijera ahora te viene a buscar, no se, el representante de Fito Páez. Un tipo groso, para ir a laburar con él, por supuesto que le dije que sí y comencé a trabajar con este hombre que se llamaba Jackie y tenía un grupo “Jackie y los Ciclones” y grababa en la CBS, de la noche a la mañana me convertí en profesional, sin esperarlo, sin pensarlo, sin haberlo programado y nunca más trabaje de otra cosa.
JP – Creo en el destino de las cosas, y el tal Antonioni tuvo que echarte para que aparezca ese representante…
BJ – Seguramente
JP – Porque si vos optabas por quedarte en ese trabajo, quizás hoy tendrías tu pensión de IBM. Siempre hay ese clic para que uno se la juegue por lo que realmente ama hacer.
BJ – Si, tal cual. En ese sentido me siento un afortunado. El destino me puso estas cartas en la mano. A lo mejor si no me hubieran echado de IBM cuando vino esta persona a buscarme yo no me hubiera atrevido a decirle que si, hubiera dicho, no, tengo mi trabajo, como me voy a ir de mi trabajo…
JP – La supuesta seguridad del salario, la jubilación, muchas cosas que también limitan para que el artista pueda expresarse en libertad.
BJ – Claro. Tal cual. Así que, bueno, fue una situación de lo más afortunada y acá estoy.
JP – Y acá estás tocando, preparando el regreso de “Alma y Vida”, tocaste con todos los grandes, Mercedes Sosa, Litto Nebbia, Fito Páez, Lito Vitale, entre otros.
BJ – Si. He tocado con mucha gente.
JP – Bernardo, al margen de la música ¿cómo ves a la sociedad? ¿Cuál es tu visión de este sistema, de la realidad que tenemos, y no me refiero solo en la Argentina, hablo de un compromiso a nivel global porque el planeta está complicado, la ecología y demás cuestiones?
BJ – Creo que siempre hay reclutas del cielo y del infierno, de lo personal podría hablar de lo que me toca vivir acá en mi país y de lo que veo, veo cosas que no me gustan mucho, veo otras que están mejorando y están bien que así sea; pero sigo viendo muchas diferencias sociales, veo gente que le sobra de acá a cien mi años y mucha gente que no tiene donde caerse muerta, gente pidiendo por la calle, durmiendo acá debajo la autopista, chicos mendigando descalzos. Esas cosas me causan mucho dolor, me parece que en ese sentido nuestra sociedad es muy perversa, muchas veces veo que tenemos mala memoria, políticos que ayer hicieron cosas horribles hoy están de vuelta, se esconde bajo tierra durante años y luego resurgen como si fueran grandes estadistas. Es lamentable. Entonces estas cosas son realidades que me joden, el tema de la droga por ejemplo, es un tema del que no se habla ni tampoco hay una política o idea sólida que se ocupe para resolverlo, no se trata desde un lugar de señalar con el dedo acusatorio de la moral, sino de un lugar objetivo del significado que la droga tiene en la juventud y de la que no se habla. Todos los días se mueren pibes jóvenes. Es un flagelo y se ha convertido en un nuevo método de control social, porque lo que antes era una cuestión de la que me tocó vivir a mí, de la dictadura militar que era la persecución policíaca, la imposibilidad de expresarte, frente a esa juventud que peleaba por una revolución, que tenía los ideales de la Revolución Cubana, del Mayo Francés, esa juventud que se había hecho carne con esos ideales, de repente quedó desbastada. Hoy en día, sin lugar a dudas, hay mucha juventud que podría sostener esos ideales, y yo creo que, en ese sentido la droga hace un control que viene perfecto.
JP – Y el alcohol también que además es legal.
BJ – Es legal hasta cierto punto, también se transgreden montones de situaciones. El otro día me contaba una chica, una alumna mía, me decía: “Vos vas a un boliche por ahí y si queres comprar una gaseosa, no te la venden. O tenes que tomar agua o sino una bebida alcohólica.” Es una cosa de locos ¿Viste? Y eso son cosas que están totalmente institucionalizadas y nadie dice nada.
JP – Son realidades que al sistema les convienen tener.
BJ – Claro, que tienen que ver con el interés y una perversidad suprema.
JP – El sistema social tiene vértices muy perversos de verdad. Uno como músico, poeta, artista, tiene que estar comprometido con todas estas cuestiones sociales.
BJ – Yo creo que si-
JP – Me tocó vivir la época militar en la época final, recuerdo cuando la gente decía “desapareció un vecino”, y otro decía “y en algo raro debe andar”, fue un momento nefasto de nuestra historia. ¿Fuiste perseguido, tuviste problemas, desaparecieron amigos tuyos?
BJ – No próximos, afortunadamente, no tuve gente así. Se de un par de personas que las conocía pero no gente amiga mía y yo tampoco tuve situaciones tan extremas pero ¡Si! Vivía con el terror de lo que significaba una sociedad controlada con un sistema policíaco. Uno como músico andaba mucho por la noche y tuve que vivir situaciones espantosas como meterte en un vehículo que te llevaban a un descampado y no sabías si lo hacían para matarte, tipos que te paraban por la calle y tenían más pinta de delincuente que de policías. Era una situación de mucho miedo. Estar tocando en lugares y que entraba la policía, hacer parar la música, prender la luz, pedir documentos mesa por mesa y llevarse gente. Había que esperar que todo eso sucediera para seguir tocando. Era una época muy dura. Y todo eso después en la distancia, es algo que uno no entiende, llega un momento que todo eso se hace como algo natural, y uno putea por lo bajo, sabe que pasan cosas malas pero no sabes qué hacer.
JP - ¿Cómo se encuentra la banda ALMA Y VIDA en el año 2010?
BJ – De los originales estamos, Carlos Mellino en voz y teclado, Juan Barrueco en guitarra, Carlos Villalba en bajo, Mario Salvador en trompeta que es el trompetista original de la banda que estuvo el primer año, después se fue y lo reemplazó Gustavo Moretto –aquel que después formó “Alas”-, y después se fue a Estados Unidos, él está allá así que lo convocamos a Mario Salvador que fue el primer trompetista, el baterista que históricamente fue Alberto Hualde no quiso ser de la partida en ésta nueva etapa porque no quiere tocar más, lo hace en su casa, así que lo llamamos a mi hijo Marcelo Baraj que es baterista; y agregamos a la línea de vientos un trombón que se llama Francisco Salgado. Estamos preparando canciones nuevas y grabando para presentarnos el 11 de septiembre en el teatro ND ATENEO. El concierto va ser temprano, a las 20:30 hs en las calles Paraguay y Suipacha.
JP - Anoche escuchaba dos temas de la banda y me impresionaban los coros ¡Como sonaba Alma y Vida! ¡Como suena! Porque la banda seguirá sonando siempre. ¿Los roqueros los veían como algo raro?
BJ – No, la banda tuvo mucha aceptación en el gran público, nosotros realmente creo que excedimos el mismo ámbito del rock, creo que a gente que no era estrictamente roquera, le gustaba la banda. En algún momento por algunas situaciones medio como que el ambiente del rock nos segregó un poco, porque nosotros tuvimos un desencuentro conceptual con Daniel Ripoll que era quien dirigía la revista “Pelo”, que en esos años la revista era lo máximo en el ambiente del rock y signaba un poco los destinos de las bandas, y en un momento como que él nos bajo el dedo (risas) al mejor estilo Nerón y eso nos perjudicó un poquito pero igualmente te digo que la banda sonaba con una potencia, habíamos ganado un gran público y trabajábamos un montón; además a cualquiera que quiera discutirme algo, dejamos seis discos grabados y ahí hay un material para revisar lo que la banda sonaba, los arreglos que hicimos, la música que tocábamos, las letras, creo que resiste cualquier análisis.
JP - ¿Y el Bernardo Baraj 2010, se siente equilibrado, pleno con la vida, cómo estás interiormente?
BJ - ¡Si! Estoy en un buen momento, como te dije antes, estoy componiendo canciones, contextualizarlas en una atmósfera tanguera que es un poco lo que me mueve en estos tiempos, tengo un material terminado, espero pronto poder entrar a un estudio a grabarlas, estoy con lo de “Alma y Vida” que también he compuesto algunas canciones, y eso está bueno también, estamos ensayando y la banda suena muy bien, estoy estudiando canto que me entusiasma, voy a bailar tango, me veo con mis hijos, tengo buena relación ellos, los disfruto. ¡Si! Creo que es un buen momento de mi vida. No me puedo quejar.
JP – Cuando hablábamos del estado de nuestra sociedad y veíamos un poco la realidad, te pregunto y no me refiero a las religiones organizadas ¿Nos falta espiritualidad como sociedad?
BJ – Creo que en ese sentido no son buenos tiempos, porque se ha construido una sociedad en donde los valores, para mi gusto, están movidos del centro; valores que tienen que ver con la exacerbación del ser joven por sobre la valorización de la experiencia, las grandes civilizaciones del mundo nos han enseñado que los grandes maestros son aquellos que han transitado una vida rica y capaces de transferir esas enseñanzas, con esto no estoy invalidando que haya viejos de mierda porque los hay, pero hay como exacerbación de la juventud, que es maravillosa por supuesto pero la cosa del viejo es casi como una palabra peyorativa en esta sociedad. Las cuestiones discriminatorias me hinchan mucho las pelotas, lo del “peruca” (peruano), el “Bolita” (boliviano) a mi eso me liquida…
JP – El racismo absurdo de los imbéciles
BJ- Si, tal cual. Como si el color de la bandera fuera el sinónimo de tal o cual cosa. Me parece que esta sociedad nos ha puesto como en una carrera hacia una zanahoria inalcanzable, esta cosa del consumismo, tener lo que uno no puede tener y cómo hacer para tenerlo, y eso nos pone en un lugar muy jodido. Hay gente que se mata laburando catorce horas por día, dejando de lado las cosas más elementales que necesita el ser humano. Yo levanto la bandera de los viejos anarquistas de comienzos del siglo pasado que pensaban que el hombre no vino a este mundo para sufrir, el hombre vino a este mundo para disfrutar y si yo puedo laburar seis horas por día –que ya es bastante-, con eso tendría que estar bien con mi familia y lo demás es disfrute. ¿Por qué tengo que matar y pasarme la vida como un esclavo? Entonces hay una sociedad que está construida en estos términos de la que yo por una cuestión personal y de elección logré zafar, pero eso no hace que no vea y que no sufra por las cosas perversas que suceden como por ejemplo de que un tipo tenga que trabajar diez horas seguidas y si el dueño le pide dos horas más tiene que quedarse aunque no se lo pague.
JP – Es evidente que la esclavitud no fue abolida sino disfrazada. Sigue existiendo.
BJ – Si, claro. Sigue existiendo. Esas son las cosas que me dan pena, y que justamente son lo opuesto a la idea de la espiritualidad a la que vos hacías referencia; en este contexto es muy difícil, llegar a la casa, mirar media hora a Tinelli e irse a dormir.
JP – Y levantarse al otro día con ese es el mecanismo que desgasta y derrumba a la persona. Y trabajas cuarenta años en el mismo lugar, realizado todo en forma mecánica donde no existe un goce de la vida como la contemplación por ejemplo. Contemplar es la actividad más elevada que pueda desarrollar cualquier ser humano.
BJ – Sin duda, que además tiene que ver con lo meditativo, encontrarse con uno mismo hacia el ser interior. Son cosas de un paraíso que uno debe luchar por él pero no es moneda corriente.
JP – ¿Algo más que quieras agregar?
BJ – Lo del 11 de septiembre acá en Capital, cita obligada con “Alma y Vida”, los esperamos a todos, tenemos que reventar ese teatro, así que ahí vamos a estar celebrando nuestros cuarenta años que no es poco.
JP - ¡Cuarenta años! Un abrir y cerrar de ojos.
BJ – Y si. La vida es así.
JP – Muchas gracias Bernardo.
BJ – Al contrario. Gracias a vos.
2 comentarios:
Juan, tanto "invitar" con que visitemos "La Fragua...", recién hoy pude hacerlo. Me gustó mucho la entrevista con Bernardo Baraj.
Una manaera clara de contar su lucha, la vocación, lo cotidiano, lo que debía ser y lo que quedaría en el camino.
Pensar que desde aquí, el interior de la República, en la vida de provincia, me ha llegado perdido entre las noticias el nombre de Baraj, como sinónimo de talentoso hacedor de música..., y hoy, como un regalo, pude leer su ejemplo de vida, sus opiniones sanas con respecto a muchos temas que nos son comunes.
Mi cumple es precisamente el 11 de septiembre, ese día voy a desearles que tengan mucho éxito en su presentación, porque se lo merece Bernardo y sus compañeros.
Juan te felicito por tu blog, por esta entrevista y porque sos un ejemplo de trabajo en pro de la cultura.
Un abrazo, chau
Negrita (Ada Ortiz Ochoa)
Gracias querida Negrita, Bernardo Baraj es un grande de la música, un hombre de barrio, simple, humilde, como tienen que ser los grandes. Me alegra muchísimo que te haya gustado.
Un beso de luz
Juan Pomponio
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