sábado, 7 de febrero de 2009
LAS LETRAS DE EDMUNDO TORREJON JURADO
EN UN PRINCIPIO
Para Herbert Kohlberg Campero
En un principio
era el viento,
la soledad y la arena.
En un principio
era el tiempo,
sin un espacio:
¡vacío!
En un principio
era el rudo
relámpago sin la lluvia.
La Potestad
urgió entonces:
¡Fructifiquemos la vida!
De la semilla
al arado,
del manantial
a la espiga.
Y evidenciando
su Nombre,
forjó la estirpe
del hombre.
Y al hombre
desoló su ausencia:
la sensatez del sofisma,
la frialdad de la ciencia.
La Potestad
apremió
entonces:
El manantial de las artes.
Sin embargo
- ¡asaz fuego! –
del eco
de esas
esencias,
al tiempo,
al hombre arribó el vacío
del comulgar rutinario:
Un aura de mil fulgores,
¡simple ocaso,
no alborada!
La Potestad
aunó entonces,
un sarmiento,
una vendimia,
y al lagar del universo
portó EL VINO
¡sempiterno!
Fue ese albor
una epopeya
pues el hombre
se hizo POETA:
Cantó al prójimo.
A lo justo.
A la mujer de su greda.
A la paz
en los senderos.
Al acre
de las ciudades.
A la miel
de lo campestre.
Brindó al niño la nobleza
de su trovar candoroso.
Al bracero
sirvió su arte
¡estandarte de sus lides!
Y en el Grial
de sus fueros
bebió el numen
de lo místico.
Y en la ermita
del silencio
ungió al Hijo
con su sangre:
¡Retornando
al Cause Eterno!
Xanadú de San Isidro, otoño de 2007
EDMUNDO TORREJÓN JURADO
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Buenísimo encontrar a Edmundo en este blog. Le envío un saludo desde Argentina.
Susana Lizzi
www.susanalizzi.blogspot.com
Es muy bueno, es verdad, tenerlo en la Fragua. Edmundo es un gran poeta.
Saludos querida Susana
Juan
Publicar un comentario