Luis Ariasmanzo es un Guerrero Solar que trabaja para la poesía desde su corazón. Un gran ser humano.
[del libro: 'Agualuna']
Agualuna XIII
Cada pincelada de ese poeta
Moribundo por el desprecio cotidiano,
O la metáfora de ese pintor
Dislocado por el hambre rutinario,
Errantes por las calles vacías del barrio,
Y sin embargo, tan transitadas,
Me recuerdan su nombre, Agualuna,
Y quiero tu pincel, poeta amigo,
Y quiero tu pluma, pintor hermano,
Para dibujar el nombre de mi amada
Y escribir de azulejos su rostro florecido.
Hace rato que vengo sollozando
Por este camino de siglos en el tiempo,
Muéstrenme ustedes el lugar exacto,
Sabios errantes sin reconocimiento,
Mentes golpeadas por la sequía humana,
Aguerridos luchadores del espacio vacío,
Viajantes del cosmos y del karma,
Donde se encuentra la frontera fría
Que divide sin compasiones,
La oscuridad de mi pena centenaria
Y la claridad de mi alma enamorada.
Ya me voy perdiendo en la búsqueda eterna
Y no me puedo hallar entre la camanchaca,
Las respuestas se van esfumando lentamente,
Como pinceladas románticas cuando le escribo,
O como corre la tinta cuando dibujo su nombre,
Yo no los quiero agobiar con mi impertinencia,
Pero ¿a quién recurrir en estos años metálicos?
¡Quién mejor que ustedes conoce la paciencia
Para soportar tanta injuria de la ignorancia!
Yo sé que ustedes, hombres del mundo y la calle,
Sólo ustedes podrán acompañarme en mi ocaso.
Agualuna XIV
Amor de agualuna, hace unos días tuve un sueño;
Estábamos en un bosque de árboles nativos
Éramos un grupo de guerreros y guerreras,
Luchábamos por causas justas y divinas,
Y de pronto vino la asonada,
Éramos presa de una emboscada
De donde nadie salió con vida,
Fuimos salvajemente asesinados,
Pero antes tuvimos tiempo para un pacto
El que todos con nuestra sangre firmamos.
Pasaron los años y los siglos,
Las edades de los calendarios,
Vinieron las guerras y las ocupaciones,
La blasfemia de las leyendas de los ancestros,
Y la impostura de los verdaderos guerreros,
Las masacres y los golpes de Estado
Las torturas y los crímenes sin nombre,
Como si hubiesen sitiado al mundo,
Todo lo veía en una secuencia de imágenes
Que desangraban mi nombre.
De pronto apareció la luz apagada por los años.
Era una mirada conocida y sufrida por el tiempo.
Me tomó la mano, la apretó hasta doler.
Te estaba buscando, me dijo.
Te he buscado y por fin te encuentro.
Sabes, ya estamos todos de vuelta,
Ya todos estamos cumpliendo con el pacto,
Regresamos del bosque de luciérnagas,
Allí donde nos quemaron la piel y los huesos,
Pero olvidaron de quemarnos el alma.
Me he despertado de aquel recuerdo, amor,
Y en mi interior enardecido por los incendios,
Que vibra como se estremecía con tu mirada,
No puedo dejar de ver la línea discontinua
Del horizonte en llamas de sol y tierra sombría.
Amor, déjame encontrar el abrigo en tu fortaleza,
Dame la explicación a tantas cabalgatas de oro
Por llanuras mil veces transitadas en llanto y espera,
Mi alma se me aprieta como nudos marinos,
Dame tus besos de agualuna, quiero sentir que vivo.
Ariasmanzo
[Luis Arias Manzo - Secretario General de Poetas del Mundo]
UNA BREVE RESEÑA DE SU HISTORIA DE VIDA
Ariasmanzo [Luis Arias Manzo] es chileno, en 1973 tenía 17 años. Debió salir al exterior en marzo de 1975. Sus últimos 12 años como exiliado los vivió en Francia. Volvió a su tierra en febrero de 1991. Ya en Chile, instaló en Santiago la Librería Apostrophes, especializada en la difusión y venta de libros en francés.
Es autor de tres libros: Agualuna, Mil años de Amor e Instantes. Los primeros tratan de dos encuentros místicos: Agualuna es una tarotista panameña que llega a despertar su intuición, Mil años… está dedicado a una doctora francesa que lo ha conocido en una vida anterior. En ellos, inclusivamente, va narrando parte de sus experiencias en tiempos de la dictadura de Pinochet y va revelando su propio despertar espiritual y sensitivo. El tercer libro es el relato de un viaje, por tierra, a Brasil; el tiempo sobre el bus se dilata y permite que en sus intersticios afloren recuerdos vividos 27 años antes en Argentina durante su exilio. Los personajes que se suman al viaje propician las síntesis de sus historias pasadas; se vuelven signos.
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