jueves, 4 de diciembre de 2008
EL MAESTRO NESTOR MELANI OROZCO
NÉSTOR MELANI OROZCO.
Pintor, escritor y Dramaturgo. Su espacio cultural ha recorrido los ámbitos de la patria y su lucha por la identidad y el patrimonio de su pueblo ha sido su pensamiento ferviente. Tiene en su haber más de treinta libros. Sesenta obras teatrales y un hecho mayor como Artista Plástico. Laboró en la misión de profesor de arte del Liceo Militar Jáuregui durante más de treinta años. Viajo por Europa en Plan de Estudios. Es miembro Cronista de Academia de Historia del Táchira y del Norte de Santander en Colombia. Honorario de la Sociedad Bolivariana de New York.
Nos muestra en breves apuntes la visión de la Primera propuesta de una escuela de arte en Venezuela. Con el ideal de los Colonizadores y la esencia sublime de nuestros originarios. Para la realidad del arte tachirense.
EL VIOLÍN DEL SEMINARIO DE LA GRITA - NESTOR MELANI OROZCO
El patio grande del Claustro mayor, a un costado la vieja capilla al Corazón de María y entre montañas que poseían el color de las esmeraldas estaba el Seminario Kermarie. La Grita muy abajo después del topón, entre nieblas y angustias de aquellos años envueltos de tantas esperanzas. Las voces cantaron en armónicas presencias y los delirios que dejaba en la distancia el sonido del río embebieron de encantos aquel lugar supremo. Las ventanas con ojivas como arrancadas a las presencias del mismo arte gótico, dejaban divisar las nostalgias del azul del cielo, los seminaristas cantaron el ángelus y la vieja campana hizo sus armónicas invocaciones al atardecer. En uno de sus pasillos el viejo sacerdote caminó en silencio mientras los otros se marcharon con sus alumnos a la sala del comedor. Una virgen de mármol presencio las imágenes y el viejo Director aun demostrando el color tenue y rojizo de sus cabellos entre canos se oculto en los pasadizos que conducían a los sótanos bajo la luz fresca de las lámparas. La última pincelada del sol en su arrebol despunto la tarde y violetas y azules profundos crearon armonías mágicas al entorno del lugar.
Entonces las manos del clérigo abrieron la caja de hierro en el escondite, un frío halito del tiempo cobijo con sus aromas el salón de los secretos, mientras algunas cajas y baúles permanecieron dormidos. El padre recogió en sus manos aquellas formas y esencias de la caja musical. La miro con mucha devoción y tomándole con amor de músico emprendió una sonata, mientras los acordes del silencio idealizaron aquel pequeño concierto en el vientre dormido del claustro. Quizás: Verdi, Berlioz y el mismo Chopin se devolvieron de los templos de la vieja Europa para asentar diminutos espacios a los sonidos de un acorde de Dios hecho de madera, de roble y arrancado a los tiempos del mármol como si Moisés retornara de los desiertos Egipcios para contemplar el sonido que hace el viento cuando estremece las palmas del desierto y choca como un gigante hambriento en las tumbas piramidales de Ramses, el faraón o se detiene en la cripta de Abraham para comunicarse con los mensajeros divinos. O el grito de los gitanos pronunciaran entre sonidos de violines; algún pechicato en las distancias del sueño. Este acto lo encarnó aquella noche el violín, el mismo guardado en la caja de metal que sirvió en la Primera Guerra mundial y un sacerdote tan francés originario de Lyón donde Napoleón abrazó los encantos de la Venus de Milo y dejo ver salir el aroma de Josefina entre cortesanos y legionarios galos. Allí estaba el padre Jean Baptista Cabaret, con alma de artista, con dolor del coronel emprendiendo los designios de la guerra y con fe a un Dios hecho cristo de la sangre de los pueblos.
Mientras el Violín nacido de las manos de Antonello Stradivari se había venido en el tesoro que depósito el clérigo en aquel vientre viejo del Seminario Eudista de La Grita de los años de 1933.
La sonata devolvió mil delirios y los panes del sagrario se tornaron en sacrosantos pensamientos mientras en el torreón de los secretos se dejo un eco guardado, como pureza de todas las almas.
Muchas noches se hicieron sagradas en el refugio de aquel sótano, con notas melodiosas arrancadas a la perennidad de la música. Y el Violín de Stradivari era el alivio de las distantes encrucijadas de aquel pensador, como desvelos compuestos por las palabras y por los misterios junto a la voz de las noches y frente al aroma que dejaba la montaña después de cada jornada y de las oraciones.
Los años pasaron, se volvieron muy lejos, los viejos ancianos que laboraron en el Seminario miraron con mucho respeto cada secreto, desde el piano, los libros, el altar de la capilla que pintó el pintor del pueblo, hasta el esqueleto de un soldado viejo. Pero en el fondo de aquel monumento arquitectónico se quedó en su amor el único violín que vino junto al soldado de la guerra, el mismo sacerdote y quedándose en aquella caja de incógnitas se marcó una lágrima y una gota de sangre.
Entonces en el silencio de nuestra Grita, los tiempos cambiaron y un día tal vez después de la primavera, después de los calurosos agostos de 1981, como anunciando el otoño unas manos ignorantes y malditas destrozaron aquella abadía de ilustraciones. Donde existieron libros, esencias de la Teología, ámbitos de Filósofos y voluntades de maestros. Destrozaron sin dolor el viejo Seminario de los Franceses y en lo profundo de su vientre, allá en el sótano junto al tesoro de la guerra Europea también quedó sepultado el cuarto Violín que Antonelo Stradivari había creado en la Cremona de Italia del año 1735. Y por circunstancias formó parte del tesoro que el Francés trajo en sus valijas a La Grita cuando lleno de pasiones construyó el Seminario Kermaria. Entonces el tiempo marcó los siglos y la misma tierra un día después de las voces un dios devolverá con sus reclamos la pureza del legado que borraron por tanta inconciencia.
El reloj marcará con sus péndulos los recuerdos y hojas de los árboles volaran en los sonidos del silencio de un violín consagrado a la inocencia…
Mientras los niños en su pureza preguntaran para saber que existió en aquel lugar.
Por es hojas están volando por tantos años. Y el violín se guarda en silencio…
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2 comentarios:
Hola juan... recibe un abrazo. gracias por avisar, siempre es grato leerle...
Casilda
casildavive@gmail.com
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